Que hace que uno de los ídolos mundiales cuyo legado ha sido más manoseado y revisitado, siga vigente treinta años después de su desaparición? Más allá del hombre, como cantaba en Jah Live!, su música y su mensaje siguen presentes e incrustados en la intimidad de la humanidad de uno a otro confín del mundo, desde los taxis de Dakar a las calles de Bahía, desde los laboratorios musicales ingleses a los ganchos corales de las mareas humanas en los macro festivales. Ué, ué, yee, eeeh!. Desde los coros góspel en Sudáfrica o Florida, su mystic revelation sigue siendo rito de liberación, anhelo y esperanza para millones de personas.
Y colectando para el especial radiofónico, datos, versiones en todos los estilos, demos, tomas alternativas, ensayos en estudio, soundchecks e innumerables remezclas y mashups, uno comprende que si su impacto sigue aún hoy por encima de su propia música, por encima de los resultados de su carrera discográfica y su propia descendencia, es porque su legado guardaba el secreto de los elegidos. De los duppy conqueror que diría él recordando a su abuelo, el obeah Omeriah.
Y ese misterio, además de su formación inicial en las calles de Orange Market y Regent Street, y en la 2 de Trenchtown, de las enseñanzas vocales de Joe Higgs, de su leyenda buscavidas como Tuff Gong, de su periodo en los USA trabajando en las fábricas yankees como quería su madre Cedella, de sus servicios a la mafia americana de Danny Simms y Johnny Nash, y a la inglesa de Chris Blackwell, más allá de todo eso, puede que el origen esté en su inagotable capacidad para reinventar sus propias canciones, componer con doble y triple lenguaje a la vez, para distintos públicos, pero traspasar siempre con un corazón universal.
Mucho de eso puede verse ahora que las nuevas tecnologías han sacado a la luz multitud de imágenes y sonidos en ensayos de estudio como los de la Capitol americana en Catch a Fire, o los de Criteria en su periodo Miami del 79. Del mismo modo, las demos de Catch a Fire y Burning o de Kaya y Exodus, o las sesiones en Tuff Gong para las giras de Survival o Confrontation han acabado trascendiendo, por mucho que Chris Blackwell hubiera tratado de mantenerlos en secreto, como sus ocultos dubs, ahora agotados en su versión de vinilo, pero rescatados para siempre por internet.
Todas esas imágenes y sonidos, la mayoría de escasa calidad comparada con el estándar de hoy en día, construyen sin embargo una nueva visión de sus más conocidas canciones y de sus muchos músicos: arreglos distintos, riffs de guitarra luego olvidados sustituyendo los estribillos, teclados dibujando melodías que no trascendieron, y en el máximo de la magia del elegido, desnudo y enfermo, sólo armado con una guitarra y la determinación de quien se sabe en la verdad eterna, reinventando una y otra vez sus himnos Redemption Song o Comin’ in from the Cold en las relajadas sesiones de la Essex House en 1980.
Una visión diferente que prueba como la capacidad de emocionar del gran Bob sigue siendo inagotable, la magia de sus canciones, incluso las más comerciales o condescendientes, duradera y versátil más allá del formato o versión en que se interprete, y su emoción sencilla pero directa la mejor medicina para llevar la esperanza y la felicidad a millones de personas en todas partes del mundo (fijaros por Youtube en el éxtasis sudafricano de la adaptación góspel de No Woman No Cry por los Rootsriders con su cantante Junior personificando como pocos la personal voz de Nesta). Lo demás sobre su vida y su persona, sus leyendas urbanas, es prescindible treinta años después. Lo que queda es su presencia eterna haciendo un mundo mejor para todos.
Por Carlos Monty. Mayo 2011
nattyindered.reggae-blog.net
Mantido o idioma original
Nenhum comentário:
Postar um comentário